Upstream Color (Shane Carruth, 2013)

Esta será una de esas reseñas difíciles, lo anterior porque es necesario hacer spoiler para describir y/o comentar algunos puntos clave u opiniones personales sobre la interpretación del filme. Pero con ánimos de no arruinar el buen momento que pasarán cuando la vean  – les estoy invitando obligatoriamente a hacerlo-  no haré spoiler. Realmente tomen esta entrada como una invitación. 
Casi nueve años han pasado desde que el matemático -  y ahora convertido en uno de los directores con más futuro-  Shane Carruth nos regalara una de las cintas más inquietantes de los últimos años: PRIMER (2004). Una película con un  presupuesto de $ 7000 y que le valió el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance y de instantáneo culto entre cinéfilos. Su más reciente producción ha sido estrenada en el festival que lo descubrió y posteriormente presentada en la Sección Panorama de la Berlinale 2013. Con Upstream Color, Carruth repite protagonismo pues es el mismo quien escribe, dirige, produce, se encarga de la fotografía y música y finalmente actúa. 
Upstream Color, centra su historia en una pareja que se ve enredada en una extraña transferencia quirúrgica, formando parte de un organismo parásito misterioso, ambos comparten más cosas de las que ellos imaginan. 
Si es que existe una palabra para describir la cinta de Carruth, esa debe ser hipnótica. El director deja los conceptos físico-matemáticos para hacer un acercamiento casi exclusivo a la naturaleza.  Las referencias a  Walden - un ensayo de Henry David Thoreau- son recurrentes. Es dividir, compartir y experimentar ¿Para qué? Pues todo tiene una respuesta tras ponerse a meditar y armar el complejo rompecabezas de Carruth. Hay que estar muy  atentos a todos los detalles, hagan cuenta como si están en un examen. Una línea narrativa atemporal lo complica , el montaje vuelve todo muy confuso, es como si arrancáramos al azar algunas páginas de un libro y al final las integremos pero solo sean visibles por corto tiempo. Escasos diálogos, la cuestión es más contemplativa y los pocos que hay no ayudan mucho. 
En Upstream Color hay rasgos oníricos de Terrence Malick, también hay algo del horror corporal de David Cronenberg. Pero todo bien engranado y llegamos a lo que podría ser un estilo particular y único en el que se puede ver la influencia de su cinta PRIMER. El realizador transmite con sinceridad su planteamiento, que  convierte a la obra en  una propuesta estimulante sin caer en pretensiones. Malformaciones hechas con materia solar, gusanos, plantas, flores, drogas, experimentos. Un capturador de emociones, de pensamientos, de colores y sonidos, un espectador importante del mundo Carruth. Una historia de amor, de descubrimientos.  Upstream Color es desafiante, original y dejará pensando un poco. 

Calificación: 8.5/10

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