“Esta es la casa de Dios, prohibido a cualquiera de diferente religión.” Señala un pequeño rotulo a la entrada del convento y podemos deducir que estamos en territorios donde la devoción es muy fuerte, casi como lo fue hace siglos. Mungiu vuelve a regalarnos una de esas cintas sin apartado musical y donde resulta dolorosamente creíble y donde su gran atractivo reside en el retrato del contexto religioso.
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