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Vic+Flo Saw a Bear (Denis Côté, 2013)

Séptimo largometraje de Denis Côté, un director – también es crítico de cine-  que se reinventa con propuestas arriesgadas e impredecibles.  Cada cinta es una aventura distinta, cada título encierra misterio, poco importa si ya aparecieron los créditos, las respuestas pueden o no, venir hasta después. Côté regresó a la Berlinale 2013 donde un año antes presentó su documental Bestiaire (reseña). Con  Vic+Flo Saw a Bear  ganó el Premio Alfred Bauer, un reconocimiento dedicado a las cintas que abren nuevas perspectivas.  

La película cuenta la historia de Vic, una mujer de 61 años que acaba de salir de prisión y se refugia en una cabaña solitaria, buscando un poco de paz y tranquilidad. Le acompaña Flo, también ex convicta con quien se toma el día para explorar el paisaje, pero sus alrededores y el bosque mismo, esconde muchos secretos y temores ocultos. 
Siempre en ambientes rurales, jugando con los personajes y exponiéndolos solo lo necesario a las multitudes, el ambiente de soledad  y aislamiento  es siempre el mismo, algo muy recurrente en las cintas del realizador quebequés, como ya lo demostró con Curling (reseña).  Côté sugiere mucho con el título de la cinta, lo que ocasiona sospechas y un sentimiento de amenaza que se prolonga en el metraje. Vic+Flo sigue la historia de dos mujeres que comparten sentimientos  en común, ambas buscan la paz  pero no tratan de reconstruir su vida, tratan de buscar una causa para comenzar de nuevo. Côté le impregna su sello diferencial, es una historia oscura llena de mucha simbología, en este caso no se preocupa por el descubrir, contrario a ello importa más el describir, la cinta bien podría separarse por escenas y analizarlas por separado y habría mucho que contar. 
Con su cámara estática, el director se dispone a presentar - con ritmo adecuado- los personajes, uno de sus recursos más destacados, cada uno bien construido. Pierrette Robitaille (Vic) y Romane Bohringer (Flo), brillan en los papeles principales, los secundarios destacan en conjunto e intimidan individualmente. La cinta navega entre la comedia negra con tintes de terror y fantasía. Las sospechas y el paso del tiempo cobran factura, el enfoque a la vejez, la soledad y el olvido, sirven para sacar a flote las frustraciones humanas en el complejo mundo de las relaciones personales. El realizador logra dibujar lo invisible, con reiteradas alegorías y alejado de convencionalismos, con una narración que no precisa en explicar cada elemento, el minucioso director canadiense Denis Côté, escribe y dirige una atípica cinta de amor o redención que recomiendo ver. 

Calificación: 7/10

Krugovi/Circles (Srdan Golubovic, 2013)


“Cuando tiras una piedra al agua sucede algo, aparecen círculos, se extienden.”

El cine serbio se balancea entre historias trágicas como Beli, beli svet(2010), propuestas tan arriesgadas y controversiales como A Serbian Film(2010),  Klip(2012), The Life and Death of a Porno Gang(2009) o con temáticas sugerentes al racismo como Sisanje(2010). Después de mi escaso acercamiento con el cine serbio, toca reconocer que de la mezcla se obtiene un cine atrevido y digno de ver. 

El director Srdan Golubovic hizo su debut con la cinta Apsolutnih sto(2001) que lo llevaría a recorrer innumerables festivales cosechando buenas críticas y llamando la atención. El segundo largo  Klopka(2007) lo llevaría a la Berlinale donde ha regresado este año con la tercera de su filmografía que le valió el Premio del Jurado Ecuménico en la sección Forum, aunque su recorrido internacional se inició en Sundance donde ganó el Premio Especial del Jurado. La cinta toma un segmento oscuro de la región, y nos situamos específicamente en el año 1993, restos de la Yugoslavia socialista, un posible genocidio, odio y un conflicto que dejaría huellas profundas.  La historia toma como base la anécdota real del soldado serbio Srdjan Aleksic, quien salvó la vida de un civil  musulmán  agredido por un grupo de soldados serbios. El salvador tuvo que pagar con su vida, la cinta se enfoca en las consecuencias del acto 12 años después.  

Circles comienza con la escena de la que se nutre toda la historia, y con ello da inicio un juego muy ingenioso saltando en el tiempo para mostrar a los personajes de los cuales no sabemos nada, todo se deduce y en algunas ocasiones pueden hasta resultar predecibles no significando algo negativo, la narración es fluida y bien estructurada reflejando el buen trabajo de los guionistas, labor que ha corrido a cargo del mismo director y de Melina Pota Koljevic, con quien repite tras su trabajo en The Trap. En Circles hay que estar atentos a los pequeños detalles que pueden hacerla más disfrutable, todo está bien cuidado para envolver, las sorpresas no acaban.
 El único problema que veo en la cinta es que puede desesperar un poco por algunos segmentos de corte teatral y algunas reacciones que pueden tener salidas lógicas, aunque se haga lo contrario y puede invadir el sentimiento de incredulidad, aunque son realmente pocos. Las actuaciones son otro punto a destacar, en su mayoría son actores conocidos en el cine serbio – actúan en las cintas que mencionaba unos párrafos arriba- y aunque todos cumplen  hay que destacar a Aleksandar Bercek y   Nebojsa Glogovac, personajes que tienen que cargar con los conflictos internos  del pasado y luchar con el inminente futuro, acaban convenciendo con su discurso sincero y emotivo, en iguales condiciones - aunque en un apartado secundario- se desenvuelve  la actriz Jasna Djuricic, directa y convincente. Técnicamente hay que señalar una buena fotografía aunque el  montaje final se lleva todos los créditos, acompañados de planos  en lugares abiertos donde es visible el paso de la guerra. 
Estimulante cuando el pasado y el futuro se unen para plantear una consecuencia de décadas, producida por una pequeñez que acaba por fragmentar el mundo de los personajes. Se siente el odio, el dolor, las vidas fugitivas, los fantasmas del ayer  que rodean un presente lleno de dudas y resentimientos.  Y es así como la frase inicial – que da origen al título de la cinta- que  las cosas buenas muchas veces no crecen, no trascienden, se estancan se vuelven diminutos, casi inexistentes,  muy distinto a la uniformidad de los círculos formados en el agua. 
De la amistad, de las injusticias humanas y del temor, tan pacifica como tormentosa. Cinta provocadora que no los dejará indiferentes. 

Calificación: 7.5/10 


“Vivir es morir”

El gran Hong Sangsoo acaba de ganar el premio a Mejor Director en el Festival del Locarno 2013 por Our Sunhi, dos cintas por año y el surcoreano sigue deleitando con su pelicular  estilo. Con Nobody’s Daughter Haewon su decimoquinto largometraje, compitió por el Oso de Oro en la Berlinale 2013. Hong Sangsoo repite con Lee Sun-kyun, quien ya participó en sus anteriores Night and Day (2008), Lost in the Mountains(2009)  y Oki's Movie(2010), la hermosa Jung Eunchae debuta en el cine de Sangsoo y lo hace por todo lo alto. Ambos protagonistas dan vida a un profesor y director de cine casado, que mantiene una relación secreta con una de sus estudiantes. Haewon, es la encargada de narrar la historia, desde su propia percepción de los hechos. 
Hong Sangsoo comienza todo en sus cintas con algo tan simple como una caminata, un paseo por la ciudad, recorriendo las calles habitadas de recuerdos que sus personajes -todos relacionados con el cine- parecen descubrir como tesoros invaluables. En su cine, la palabra cliché no existe, a pesar de que las situaciones y personajes se repiten en sus producciones. Su amor por el cine pesa más, en Nobody’s Daughter Haewon una aspirante a actriz y un director de cine, son los encargados de mostrar un mundo melancólico, difícil y perturbador. 
Sangsoo plasma en sus cintas una simplicidad pero contrastando con mundo muy complejos, propiciando a situaciones que nos sacan de nuestra zona de confort. Los personajes principales y secundarios realizan excelentes actuaciones.  Jung Eunchae encarna a Haewon, una joven que escribe en su diario situaciones de las cuales no sabemos si son verídicas o simplemente están en su desbordante imaginación. Algo similar a lo que vimos en In Another Country(2012) donde la protagonista escribe nuevas historias, modificando elementos, moviendo piezas. 

Los personajes tienen un encanto casi mágico, que provocan sonreír al ver como sus miradas dicen mucho.  El alcohol y los cigarros son perfecta excusa para despertar sentimientos ocultos mientras el frío de Seúl propicia las reuniones. Sangsoo es un maestro en tramar momentos incómodos,  en humillar  a sus personajes y sacudir su mundo. En Nobody’s Daughter Haewon no hay secretos ni tranquilidad. Se trata de una pareja disfuncional que anhela libertad pero que su presente es el obstáculo para su futuro. El hermoso parque Namhansanseong es elegido para realizar descubrimientos y enterrar historias. El Allegratto de la Sinfonía No. 7 de Beethoven sirve para reír y llorar. Entre llamadas a Martin Scorsese y libros Norbert Elias, se vive de manera intensa. Amor, sexo, desprecio y la adaptación a los cambios, son algunos de los temas que se tratan en la cinta. 

Las risas son algo hermoso, pero cuando el momento llega,  no queda más que llorar tristemente mientras el mundo se cae a pedazos. 

Calificación: 7/10

The Rambler (Calvin Lee Reeder, 2013)

Hace dos años el joven director Calvin Reeder presentaba su primer largometraje THE OREGONIAN(2011).Una original y desconcertante cinta con rasgos del cine de  David Lynch o  Alejandro Jodorowsky. Con The Rambler el realizador ha definido su camino y la temática de sus producciones, el filme nace de un cortometraje del mismo nombre, proyectado en Sundance 2008.  La cinta fue estrenada mundialmente en la Sección PARK CITY AT MIDNIGHT, del Festival de Sundance 2013, un apartado dedicado al género fantástico, terror y obras que desafían cualquier género. Como en su anterior cinta, todo comienza con un viaje. La historia sigue a un hombre conocido como The Rambler, después de ser liberado de la prisión emprende un viaje en busca de su hermano, pero mientras conduce por carreteras perdidas y pueblos olvidados, se encuentra frente a un extraño misterio.
Calvin Reeder no anda con rodeos, va directo al grano y como describe la sinopsis, las situaciones extrañas comienzan a aparecer inmediatamente. A diferencia de su antecesora, en The Rambler se aventura con una road movie cómica, que mezcla terror y una dosis más alta de gore. No sabría definir el género de la cinta pero tampoco importa, es una mezcla loca de todo, que termina con un viaje divertido y envidiable.
La música forma parte importante de la cinta y comenzamos a aprender que situación sigue después de escuchar cierta melodía, sabemos que algo  va a ocurrir, pero no se vuelve un cliché, la última palabra se ve totalmente opacada por la fuerza de las imágenes y el montaje de la cinta, todo es algo nuevo, cada escena es un aborto de originalidad que le imprime de manera acertada su realizador. La combinación de colores le da un toque a Serie B que seguro tocará el estómago de los que no estén familiarizados con este tipo de cine.
La cantidad de elementos que combina pudiera ser motivo de una saturación en la historia y aunque el director ha sabido conectar todo, me ha gustado más el tratamiento que tuvo The Oregonian.  El director repite con Lindsay Pulsipher, (protagonista de The Oregonian), sumado al actor Dermot Mulroney y  una pequeña intervención de Natasha Lyonne (hace lo que sabe hacer). En la cinta hay una historia de amor, obviamente no se trata de una historia común y corriente. Abundan los espacios abiertos y despoblados. Con los personajes secundarios repite la esencia de The Oregonian y es que parece que Jodorowsky se encargó del casting, gestos extraños, personas mutiladas. Fanáticos de Frankenstein, científicos locos, momias y luces extrañas, en The Rambler reina el caos. Una road movie para mentes retorcidas y con buen gusto. 


Calificación: 7.5/10

Upstream Color (Shane Carruth, 2013)

Esta será una de esas reseñas difíciles, lo anterior porque es necesario hacer spoiler para describir y/o comentar algunos puntos clave u opiniones personales sobre la interpretación del filme. Pero con ánimos de no arruinar el buen momento que pasarán cuando la vean  – les estoy invitando obligatoriamente a hacerlo-  no haré spoiler. Realmente tomen esta entrada como una invitación. 
Casi nueve años han pasado desde que el matemático -  y ahora convertido en uno de los directores con más futuro-  Shane Carruth nos regalara una de las cintas más inquietantes de los últimos años: PRIMER (2004). Una película con un  presupuesto de $ 7000 y que le valió el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance y de instantáneo culto entre cinéfilos. Su más reciente producción ha sido estrenada en el festival que lo descubrió y posteriormente presentada en la Sección Panorama de la Berlinale 2013. Con Upstream Color, Carruth repite protagonismo pues es el mismo quien escribe, dirige, produce, se encarga de la fotografía y música y finalmente actúa. 
Upstream Color, centra su historia en una pareja que se ve enredada en una extraña transferencia quirúrgica, formando parte de un organismo parásito misterioso, ambos comparten más cosas de las que ellos imaginan. 
Si es que existe una palabra para describir la cinta de Carruth, esa debe ser hipnótica. El director deja los conceptos físico-matemáticos para hacer un acercamiento casi exclusivo a la naturaleza.  Las referencias a  Walden - un ensayo de Henry David Thoreau- son recurrentes. Es dividir, compartir y experimentar ¿Para qué? Pues todo tiene una respuesta tras ponerse a meditar y armar el complejo rompecabezas de Carruth. Hay que estar muy  atentos a todos los detalles, hagan cuenta como si están en un examen. Una línea narrativa atemporal lo complica , el montaje vuelve todo muy confuso, es como si arrancáramos al azar algunas páginas de un libro y al final las integremos pero solo sean visibles por corto tiempo. Escasos diálogos, la cuestión es más contemplativa y los pocos que hay no ayudan mucho. 
En Upstream Color hay rasgos oníricos de Terrence Malick, también hay algo del horror corporal de David Cronenberg. Pero todo bien engranado y llegamos a lo que podría ser un estilo particular y único en el que se puede ver la influencia de su cinta PRIMER. El realizador transmite con sinceridad su planteamiento, que  convierte a la obra en  una propuesta estimulante sin caer en pretensiones. Malformaciones hechas con materia solar, gusanos, plantas, flores, drogas, experimentos. Un capturador de emociones, de pensamientos, de colores y sonidos, un espectador importante del mundo Carruth. Una historia de amor, de descubrimientos.  Upstream Color es desafiante, original y dejará pensando un poco. 

Calificación: 8.5/10