Palmarés
Festival de Rotterdam 2010: Sección Bright
Future
Festival de San Sebastián 2010: Sección
Zabaltegui-Nuevos Directores
Festival Internacional de Cine de Valdivia
2010: Premio del público
Festival Internacional de Morelia 2010: Mejor
Película
Miami International Film Festival 2011: Premio
del Jurado
Festival Latinoamericano de Toulouse
2011: Grand Prix
Las Marimbas del Infierno es el segundo largometraje del cineasta
guatemalteco Julio Hernández Cordón, la cinta tuvo su estreno mundial en el Festival
Internacional de Cine de Toronto, recibiendo buenas críticas y cosechando
múltiples galardones en los festivales de Morelia, Valdivia, Miami y Toulouse. La
película narra la historia de don Alfonso, un músico que toca la marimba y está siendo extorsionado (un
caso muy común en los países centroamericanos), mientras la música tradicional guatemalteca está
muriendo, entonces decide aliarse con Blacko (un cantante de Heavy Metal) y
Chiquilín (un drogadicto) juntos comienzan la tarea de fusionar la marimba y
el metal creando un grupo único: Las marimbas del Infierno.
El filme se inicia con la declaración de don Alfonso Tunche quien nos narra que está siendo amenazado y describe el profundo amor por su marimba, en ese instante un rótulo nos indica que la historia es real. El director lo conoció durante el rodaje de “Gasolina”, su ópera prima (lee la reseña de Gasolina aquí) y decidió contar su historia y la de dos amigo más.
En Guatemala la marimba se decretó como el instrumento nacional, pero el tiempo pasa y mantenerse vigente en el gusto de la población se vuelve una tarea cada vez es más difícil, con una gran cantidad de grupos musicales extranjeros y con los nuevos géneros de “moda”, vienen ser un problema para don Alfonso, un hombre que vive de la música y que ha sido reemplazo por discos compactos que son utilizados en grandes hoteles con un costo menor. Es la encrucijada entre lo tradicional y lo moderno. El músico proyecta humildad y cansancio mientras arrastra el instrumento a donde quiera que vaya en busca de trabajo, por calles solitarias con muros donde abundan los graffitis con denuncias de desaparecidos y presos políticos, el sentir del pueblo.
Blacko (Roberto González) es médico de profesión, fue satánico pero luego se pasó la fe judía ortodoxa. Su apariencia física no inspira confianza a sus clientes quienes huyen despavoridos al enterarse que serán atendidos por él. Un tercer personaje es partícipe de esta historia, se trata de un drogadicto que se escapó de la cárcel, apodado Chiquilín (Víctor Hugo Monterroso) quien presenta a los dos músicos. El director vuelve a trabajar con actores no profesionales con un resultado aceptable. Más interesante resulta que los personajes se encarnan a ellos mismos, son sus historias llevadas al cine.
Tres protagonistas con gustos musicales totalmente diferentes, unidos por el amor a la música, sin trabajo pero con grandes esperanzas buscando una salida a sus problemas en plena crisis económica. Hernández documenta las preocupaciones de su país recurriendo a varias metáforas. En el fondo la cinta es un relato trágico, es un cine pobre y de denuncia, de esperanzas, sueños prohibidos, de espíritus libres y futuros lejanos. Pero, ¿qué tal suena la mezcla marimba/metal? para los amantes del Avant-garde metal, será una fuente de nuevos sonidos. Les dejo la duda de esta travesura.
El director brinda una mirada cómica sobre los sueños que parecen imposibles, con un híbrido que mezcla documental y ficción donde ir contracorriente está permitido. Película recomendada.
7/10
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