“Vivir es morir”

El gran Hong Sangsoo acaba de ganar el premio a Mejor Director en el Festival del Locarno 2013 por Our Sunhi, dos cintas por año y el surcoreano sigue deleitando con su pelicular  estilo. Con Nobody’s Daughter Haewon su decimoquinto largometraje, compitió por el Oso de Oro en la Berlinale 2013. Hong Sangsoo repite con Lee Sun-kyun, quien ya participó en sus anteriores Night and Day (2008), Lost in the Mountains(2009)  y Oki's Movie(2010), la hermosa Jung Eunchae debuta en el cine de Sangsoo y lo hace por todo lo alto. Ambos protagonistas dan vida a un profesor y director de cine casado, que mantiene una relación secreta con una de sus estudiantes. Haewon, es la encargada de narrar la historia, desde su propia percepción de los hechos. 
Hong Sangsoo comienza todo en sus cintas con algo tan simple como una caminata, un paseo por la ciudad, recorriendo las calles habitadas de recuerdos que sus personajes -todos relacionados con el cine- parecen descubrir como tesoros invaluables. En su cine, la palabra cliché no existe, a pesar de que las situaciones y personajes se repiten en sus producciones. Su amor por el cine pesa más, en Nobody’s Daughter Haewon una aspirante a actriz y un director de cine, son los encargados de mostrar un mundo melancólico, difícil y perturbador. 
Sangsoo plasma en sus cintas una simplicidad pero contrastando con mundo muy complejos, propiciando a situaciones que nos sacan de nuestra zona de confort. Los personajes principales y secundarios realizan excelentes actuaciones.  Jung Eunchae encarna a Haewon, una joven que escribe en su diario situaciones de las cuales no sabemos si son verídicas o simplemente están en su desbordante imaginación. Algo similar a lo que vimos en In Another Country(2012) donde la protagonista escribe nuevas historias, modificando elementos, moviendo piezas. 

Los personajes tienen un encanto casi mágico, que provocan sonreír al ver como sus miradas dicen mucho.  El alcohol y los cigarros son perfecta excusa para despertar sentimientos ocultos mientras el frío de Seúl propicia las reuniones. Sangsoo es un maestro en tramar momentos incómodos,  en humillar  a sus personajes y sacudir su mundo. En Nobody’s Daughter Haewon no hay secretos ni tranquilidad. Se trata de una pareja disfuncional que anhela libertad pero que su presente es el obstáculo para su futuro. El hermoso parque Namhansanseong es elegido para realizar descubrimientos y enterrar historias. El Allegratto de la Sinfonía No. 7 de Beethoven sirve para reír y llorar. Entre llamadas a Martin Scorsese y libros Norbert Elias, se vive de manera intensa. Amor, sexo, desprecio y la adaptación a los cambios, son algunos de los temas que se tratan en la cinta. 

Las risas son algo hermoso, pero cuando el momento llega,  no queda más que llorar tristemente mientras el mundo se cae a pedazos. 

Calificación: 7/10

Hasta el Sol tiene manchas(Julio Hernández Cordón, 2012)



“De la sociedad solo extraño el cesto de ropa sucia.” - Hasta el sol tiene manchas

Cuarto largometraje del guatemalteco Julio Hernández Cordón, uno de los realizadores más importantes de Centroamérica. Ganador de múltiples premios con Gasolina (2008),  Las Marimbas del Infierno (2010) y Polvo (2012), esta última nominada al Leopardo de Oro en  el Festival de Locarno 2012. Con “Hasta el sol tiene manchas”  el director pone punto final a su etapa centroamericana para volar al norte, a su vecino país México. Es un filme personal, se trata de una despedida y un recuento del cine pobre y con las uñas que ha realizado en su amada Guatemala. Un cine con historias comunes, con mucho compromiso social y denuncia, con planteamientos que desafían a todos los sectores sociales.
Filmada en todo amarillento, Hasta el sol tiene manchas sigue las andadas de dos amigos: Pepe Moco y Beto, el primero es un joven con discapacidad que hace propaganda por un candidato presidencial que promete llevar a Guatemala al mundial de fútbol (situación real). El segundo realiza graffitis en las paredes de la ciudad y asalta a las personas a pelotazos en la cabeza. 
La cinta que inicia con imágenes de archivo de los años 50, la época bananera y la revolución guatemalteca, se aleja del tradicionalismo narrativo combinando ficción, making-of, y poesía melancólica de un sol moribundo que se niega a salir para muchos. La película es un experimento teatral, recreando espacios en una ciudad donde abundan las denuncias de desaparecidos. Y aquí radica una de los puntos más destacables de la cinta.  El director ha decidido recrear de manera artificial y muy inteligente,  las calles, mercados y sonidos comúnmente encontrados. Dejando bien en claro que las limitaciones económicas no son obstáculo para realizar cine, contrariamente el resultado es algo interesante y bien desarrollado.
El parqueo de un Hotel, un cine donde exhiben películas porno,  una tienda de ropa, y una peluquería, son los lugares elegidos para que los bizarros personajes muestren todo su sentir. Paseándose con Dante,  Don Quijote u otros grandes del cine, vamos viendo a través de rótulos donde se nos explica (con mucho humor) algunos puntos, llegando a una especie de cátedra de cómo llegaría a ser ese cine, si se tuvieran muchos recursos. Y en cierto modo, se puede señalar una intensión oportunista, pedante, y hasta miserable. Pero obedece a una necesidad que puede ser llevada a ámbitos regionales, porque no solo en Guatemala la indiferencia es enemiga del arte, en la región centroamericana el fenómeno ataca igual. No en vano uno de sus personajes hace una sátira de los candidatos innovadores cuyas propuestas rozan lo absurdo. 

El ritmo es adecuado y cuando parece que ha entregado todo, termina sorprendiendo. “Hasta el sol tiene manchas” es una cinta provocadora y  sincera, pero muestra sobre todo el amor por el cine. Es necesario entonces, la construcción de un discurso que plasme el sentir de muchos. Entre el opio y el cine sucio, Julio espera que el sol, amarillo - como el tono en el que fue filmada-  y con su fuerza pueda salir en nuestros países.

Calificación: 7.5